Odisea I. El vestido (I)

En realidad este post tendría que haberlo escrito hace semanas, pero es que he tenido trabajo y esas cosas 😉

Voy a ver si resumo un poco la historia hasta ahora.La cosa empezó en verano, mirando vestidos por internet me encapriché de un par de modelos de un diseñador belga. Es lo que tiene buscar por la red. Por suerte, hay unas cuantas tiendas en Irlanda que son distribuidores del tipo éste, así que tras mucho darle vueltas y, habiendo descartado la opción de comprar el vestido por internet (sin probárselo es arriesgado), tuve que hacer de tripas corazón y lanzarme a la tarea que más pereza me ha dado en todo el proceso: ir de tiendas de vestidos de boda.

Un compañera de trabajo muy amable, me ayudó llamando a un par de tiendas de Irlanda que tenían ese diseñador en cuestión: una en Dublín (bueno, en Saagart) y otra en Donegal. Menos mal que llamó ella, porque me dijo que a la señora de Donegal le había costado un montón entenderla (y mi compañera es de Galway). Si llego a llamar yo lo flipo. La mala noticia es que en ninguna de las dos tenía el modelo concreto que a mí me gustaba, pero tenían otros modelos parecidos del mismo diseñador, así que pedí cita para ir a la tienda de Saagart a probármelos. Y allí que me fui. Por suerte Bea y Rocío me acompañaron (pena que Carlota estuviera pocha y no se pudo sumar) ¡Muchas gracias! porque yo sola no hubiera podido.

Me probé como ¿una docena? y a todos les encontraba pegas. Más que nada que es jodido de imaginar cómo te quedaría cuando estás bailando dentro de una talla 12, con un retoque aquí y allí. Entre las curiosidades, me probé un vestido que en nada se parecía a la idea que tenía, y que contra todo pronóstico (bueno, está bien, contra todo mi pronóstico) me quedaba divino de la muerte. Me hizo dudar de que mi idea fuera la adecuada. Cuando me probé unos cuantos y varios me quedaban bien, empecé a panicar como una posesa, cualquiera diría que me estaba dando cuenta en ese mismo momento que me casaba. En cuanto me puse mis tejanos todo volvió a la normalidad. Así que salí de allí con un lío en la cabeza y con la decisión de que tenía que probarme muchos más estilos diferentes, y de que, ciertamente, esto iba a ser un infierno.

Organizamos una excursión a Donegal County para ir a la otra tienda en discordia. Nos acompañaron esta vez María, Miguel, Rocío, Luy y Enri. Los 7 metidos en un sólo coche durante las 4 horitas hasta allí, ¡toda una experiencia! Me estuve probando muchos modelos del Raffaelli y otros tantos que me iba trayendo la chica que se parecían en algo a lo que me iba gustando. Esta vez todos eran de mi talla. Conseguí no panicar mucho, pero la decisión era difícil, demasiados me quedaban muy bien. Al final me acabé comprando el último que me probé, uno que me quedaba estupendo, ¡faltaría más!, pero que es completamente diferente a todo lo que tenía pensado, realmente… diferente sí. Las niñas me hicieron fotos, después de pedir el corresondiente permiso, y ¡menos mal! porque en el viaje de vuelta la mente me engañaba y no recordaba bien cómo era, y no hacía más que pensar… ¡¿Cómo me he podido comprar un traje de ese color?! ¡¿Cómo?! Y un pensamiento transversal cruzaba mi cabeza… Mi madre me mata.

Como ya esperaba, la conversación con mi madre fue curiosa. Ella le había quitado importancia a la búsqueda del vestido diciendo que comprara uno, el que fuera, que cualquiera me iba a quedar bien. Pues bien, cuando le expliqué cómo era me dijo con voz lastimera: nooo… no me digas eso… Dime que no es verdad. Pobre, si es que las madres están para llevarse cada disgusto… Una vez se convenció que sí, que era verdad, sólo se calmó un poco cuando supo que a todas mis acompañantes les había parecido bien. En navidades, cuando vió una foto, se quedó más tranquila.

El mes que viene tengo cita con la que hace los arreglos para ir a que me lo ajuste y ya llevármelo para casa. Ahora sólo tengo que encontrar unos zapatos y la ropa interior para ese día. Promete ser otra misión imposible, al menos los zapatos. ¿Por qué demonios no me compré un vestído típico y tópico? No, yo tengo que ser rara.

Ya os contaré como me va en la segunda parte 🙂

6 comentarios en “Odisea I. El vestido (I)

  1. Os fuisteis a Ballybofey ??? Conocido en el mundo entero (Donegal y alrededores) por su tienda de vestidos de novia 🙂

    Recuerda que quien lleva el jodido vestido eres tú…

  2. Te vas a reir, pero esa tienda me la recomendaron 3 personas distintas, incluyendo mi jefe. En esta isla se la tiene en consideración.

    He de decir que a la hora de elegir no tuve presente a mi madre, pero una vez hecho, me divertía pensando su reacción 🙂

  3. Aquí en España está de moda lo de la violencia de género. No quiero que me tachéis de machista pero, estaréis deacuerdo conmigo que las mujeres habláis, en este caso escribís, hasta por los codos.
    Bea, sé más escueta en tus explicaciones. Yo tardé una única tarde en comprarme el traje de novio. Seguro que tú también eres capaz de hacerlo, y la explicación sólo ocuparía un mísero párrafo cual mensaje que escribo para este post.

  4. Cómo eres, Martín, me gustaría verte a ti explicando el proceso de construcción/deconstrucción de la terraza, seguro que gastarías rios de tinta.
    Por cierto, no entiendo la relación con la violencia de genéro, estás usando todavía estaño/plomo para soldar? Mira que eso no puede ser bueno!

  5. Estooo… y porque a las mujeres les gusta hablar y comunicarse de manera diferente que a los hombres (cosa que está por ver, por cierto), se justifica la violencia de ‘género’? (no estoy muy de acuerdo con la expresión, pero reconozco el problema).

    Conclusión: que las violaciones ocurren porque visten como putas (van provocando) y las agresiones en general porque hablan mucho?

    Qué tristes esos hombres que para sentirse mejor tienen que humillar a las mujeres!

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