Fin de semana triunfal en Donegal

Este finde teníamos un compromiso ineludible en las agrestes tierras del norte: la prueba definitiva y los arreglos de El Vestido (un vestido para reunirlos a todos…). La prueba fue todo un éxito, aunque no exenta de sus pequeñas anécdotas, que dejaré que bea escriba con sus propias palabras.

Yo, mientras el destino de la boa se decidía en la sección Bridal del McElhinneys y, dado que el gélido invierno no invitaba a explorar las apacibles calles de Ballybofey me dediqué a recorrerme el resto de secciones de la tienda en un bucle infinito. Yo creo que algunos dependientes pensaban que no tenía casa o algo y me miraban con cara de pena (ahora que releo el post de Luy, si me llego a acordar que había una «cervecería» me hubiera acercado a ver qué tal. Maldita memoria!)

Una vez cumplida la misión principal, el resto del finde lo pudimos dedicar a explorar el condado de Donegal, muy bonito y muy salvaje, pero un poco duro para ver en invierno; la meteorología no acompañó y muchos sitios estaban cerrados por temporada. Aún así pudimos ver alguna cosa interesante, ya subiré las fotos.

De camino a Dublín hicimos una paradiña en Sligo county para ver uno de nuestros spots preferidos, y una vez en la ciudad gris aprovechamos que teníamos coche para hacer una mega-compra en el súper y en Argos, que por cierto estaba llenísimo de gente haciendo compras para el día de la madre, y eso que el catálogo «especial día de la madre» de Argos es todo un homenaje al horterismo barato.

Organizando una boda diferente: el sitio

Aviso: modo rant ON! (traducido: me voy a cagar en to lo que se menea para quitarme un poco de estrés de encima con esto de la boa).

Desde un principio teníamos claro que queríamos hacer algo diferente, ya no diré original, porque cualquier cosa que se te ocurra ya lo ha hecho alguien antes. La cuestión era no optar por la típica solución enlatada, que te suele llevar a tener una boda igualita que el 99% de la gente. Además, en el timo este de los bodorrios hay varias cosas que van contra mis principios (no es que sea yo un hombre de principios, pero…) y prefiero romperme un poco más la cabeza (o un mucho teniendo en cuenta la dificultad añadida de prepararlo todo desde Irlanda) y conseguir una experiencia más personalizada.

Una de las cosas más importantes y complicadas es encontrar un sitio que te permita hacer lo que te dé la gana. Ya desde el principio habíamos casi descartado hacerlo en un restaurante (el hecho de tener pocos invitados nos facilita el poder buscar otras opciones, si tuvieramos a 150 personas probablemente no hubiéramos tenido alternativas), ya que a parte de dejarte poco margen de variación, hay varias cosas que siempre me han parecido ridículas:

  • El precio especial: en cualquier cuchitril se creen con derecho a cobrarte de 100 leuros p’arriba por servirte comida recalentada acompañada de un vino mediocre. En cualquier otro sitio te cobran mucho menos por comida de calidad preparada al momento y eligiendo el vino que quieras. Ah, y al final no sobra comida como para alimentar a un pequeño país del tercer mundo, lo cual me recuerda:
  • Comida desperdiciada: para justificar el precio anterior te ponen unas bonitas fundas de tela en las sillas, los camareros entran la comida con una coreografía y te sirven como quince platos para que acabes tan harto de comer que, abrumado por la cantidad, no te fijes en la calidad. He visto sitios donde el menú está divido en: Cocktail de Bienvenida, Aperitivos, Entrantes, Segundos Platos, Guarniciones, Pre-postres, Postres… Por favor! Y luego todo el mundo dirá que se quedó harto con el aperitivo. Es una vergüenza.
  • Mafiosismo: mira, que te recomendamos un par de fotográfos que son amigos nuestros y que lo hacen muuuy bien (léase: nos dan comisión). Pero si te quieres traer a otro, sin problemas, eeeeeh, serán 300 leuros extras, ya sabes, estooo, por derechos de imagen del local, eso es!. Pero vamos a ver, si quisiera tener un reportaje del día «más importante de mi vida», ¿iba a confiar mis preciadas memorias a un amigo tuyo del que no he visto cómo trabaja, ni tengo referencias, ni ejemplos, ni nada, para que me haga cualquier mierda? ¿Tú te crees que soy tonto? Pues sí, eso se creen, aunque yo creo que en realidad es más una cuestión de pereza, si el restaurante ya te ofrece un fotógrafo, pues una cosa menos en la que pensar, happy days!
  • La barra libre: también suelen incluir una o dos horas de la misma para que no te quejes del precio abusivo, total, no les cuesta mucho más poner un camarero que sirva copas y unas cuantas botellas del garrafón tan típicamente español. Al día siguiente todos resacosos, hay de ti que tengas que coger un avión.

Próximo capítulo (o no): cosas innecesarias en una boda que sólo sirven para complicarte la vida (bueno, aquí podría ponerlo casi todo, pero me contendré para no poner un post interminable, que luego Martín se me queja).

Odisea I. El vestido (I)

En realidad este post tendría que haberlo escrito hace semanas, pero es que he tenido trabajo y esas cosas 😉

Voy a ver si resumo un poco la historia hasta ahora.La cosa empezó en verano, mirando vestidos por internet me encapriché de un par de modelos de un diseñador belga. Es lo que tiene buscar por la red. Por suerte, hay unas cuantas tiendas en Irlanda que son distribuidores del tipo éste, así que tras mucho darle vueltas y, habiendo descartado la opción de comprar el vestido por internet (sin probárselo es arriesgado), tuve que hacer de tripas corazón y lanzarme a la tarea que más pereza me ha dado en todo el proceso: ir de tiendas de vestidos de boda.

Un compañera de trabajo muy amable, me ayudó llamando a un par de tiendas de Irlanda que tenían ese diseñador en cuestión: una en Dublín (bueno, en Saagart) y otra en Donegal. Menos mal que llamó ella, porque me dijo que a la señora de Donegal le había costado un montón entenderla (y mi compañera es de Galway). Si llego a llamar yo lo flipo. La mala noticia es que en ninguna de las dos tenía el modelo concreto que a mí me gustaba, pero tenían otros modelos parecidos del mismo diseñador, así que pedí cita para ir a la tienda de Saagart a probármelos. Y allí que me fui. Por suerte Bea y Rocío me acompañaron (pena que Carlota estuviera pocha y no se pudo sumar) ¡Muchas gracias! porque yo sola no hubiera podido.

Me probé como ¿una docena? y a todos les encontraba pegas. Más que nada que es jodido de imaginar cómo te quedaría cuando estás bailando dentro de una talla 12, con un retoque aquí y allí. Entre las curiosidades, me probé un vestido que en nada se parecía a la idea que tenía, y que contra todo pronóstico (bueno, está bien, contra todo mi pronóstico) me quedaba divino de la muerte. Me hizo dudar de que mi idea fuera la adecuada. Cuando me probé unos cuantos y varios me quedaban bien, empecé a panicar como una posesa, cualquiera diría que me estaba dando cuenta en ese mismo momento que me casaba. En cuanto me puse mis tejanos todo volvió a la normalidad. Así que salí de allí con un lío en la cabeza y con la decisión de que tenía que probarme muchos más estilos diferentes, y de que, ciertamente, esto iba a ser un infierno.

Organizamos una excursión a Donegal County para ir a la otra tienda en discordia. Nos acompañaron esta vez María, Miguel, Rocío, Luy y Enri. Los 7 metidos en un sólo coche durante las 4 horitas hasta allí, ¡toda una experiencia! Me estuve probando muchos modelos del Raffaelli y otros tantos que me iba trayendo la chica que se parecían en algo a lo que me iba gustando. Esta vez todos eran de mi talla. Conseguí no panicar mucho, pero la decisión era difícil, demasiados me quedaban muy bien. Al final me acabé comprando el último que me probé, uno que me quedaba estupendo, ¡faltaría más!, pero que es completamente diferente a todo lo que tenía pensado, realmente… diferente sí. Las niñas me hicieron fotos, después de pedir el corresondiente permiso, y ¡menos mal! porque en el viaje de vuelta la mente me engañaba y no recordaba bien cómo era, y no hacía más que pensar… ¡¿Cómo me he podido comprar un traje de ese color?! ¡¿Cómo?! Y un pensamiento transversal cruzaba mi cabeza… Mi madre me mata.

Como ya esperaba, la conversación con mi madre fue curiosa. Ella le había quitado importancia a la búsqueda del vestido diciendo que comprara uno, el que fuera, que cualquiera me iba a quedar bien. Pues bien, cuando le expliqué cómo era me dijo con voz lastimera: nooo… no me digas eso… Dime que no es verdad. Pobre, si es que las madres están para llevarse cada disgusto… Una vez se convenció que sí, que era verdad, sólo se calmó un poco cuando supo que a todas mis acompañantes les había parecido bien. En navidades, cuando vió una foto, se quedó más tranquila.

El mes que viene tengo cita con la que hace los arreglos para ir a que me lo ajuste y ya llevármelo para casa. Ahora sólo tengo que encontrar unos zapatos y la ropa interior para ese día. Promete ser otra misión imposible, al menos los zapatos. ¿Por qué demonios no me compré un vestído típico y tópico? No, yo tengo que ser rara.

Ya os contaré como me va en la segunda parte 🙂

¡¡La que se nos viene encima!!

Parejita¡¡Que nos casamos!! Creo que ya casi todo el mundo lo sabe, y si no daros por enterados desde ya. Aaaaah, el amor, ¡qué bonito!

O sea, que a partir de ahora podéis esperar que vayamos dando la brasa en este blog sobre temas bodorriles desde hoy hasta la fecha señalada, que será, casi de forma definitiva, en la primera semana de junio. Como es habitual en nosotros aún no hemos empezado a preparar nada, con lo cual podréis seguir de primera mano todos nuestros avances, y también compartiremos nuestros momentos de estrés con vosotros, ya que nos quedan algo más de seis meses para preparar algo en lo que la gente se suele entretener más de un año, pero ¿quién dijo miedo?

A decir verdad, como somos un poco frikis y además no creemos en todo el circo-timo institucionalizado alrededor de las bodas, vamos a tratar que el evento sea lo más minimalista posible (dentro de lo que cabe, tampoco vamos a ir vestidos como hermitaños), como si fuera una fiesta entre buenos amigos, con un poco más de parafernalia, tal vez. Así que esperamos que el tiempo y el estrés necesarios para prepararlo todo se reduzca, por lo menos, a la mitad.

La celebración será en spain, para que la familia lo tenga más fácil, y para poder entender perfectamente lo que nos cuente el del ayuntamiento, uno tiene que saber qué es lo que está firmando 🙂